La Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo de La Sauceda y El Marrufo difundió el 11 de julio de 2012 el siguiente comunicado:
«Los trabajos arqueológicos iniciados el 2 de julio de 2012 en el Marrufo han puesto al descubierto los primeros cuerpos de las víctimas de la represión ejercida por los sublevados contra el régimen de la Segunda República en esta finca privada situada en el término municipal de Jerez de la Frontera (Cádiz), en el límite con los términos de Ubrique, Jimena de la Frontera y Cortes de la Frontera, dentro del valle de la Sauceda, en la confluencia de las provincias de Cádiz y Málaga. Estas excavaciones, coordinadas por el arqueólogo Jesús Román Román, han sido organizadas por la Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo de la Sauceda y el Marrufo, que preside Andrés Rebolledo Barreno. Hasta el momento han sido encontrados nueve cuerpos de fusilados y numerosas evidencias balísticas y de otros materiales asociados a los esqueletos.
Siete de estos cuerpos están sepultados en una fosa común y los dos restantes en una segunda fosa, ambas contiguas y situadas en el lugar en el que en agosto de 2011 se efectuaron unas catas preliminares siguiendo las orientaciones de testigos de la época, que habían señalado estos puntos como probables lugares de enterramiento clandestino».
«Durante el proceso de exhumación arqueológica han aparecido además diferentes evidencias relacionadas con las víctimas enterradas en ambas fosas: munición, tanto de arma larga (Masuer) como de arma corta (9 mm largo), botones, restos de cremallera, tejidos, una pipa de fumar, suelas de zapatos, etc.
La exhumación de los cuerpos de estas víctimas se complementa con un estudio antropológico de los restos óseos desenterrados por parte del antropólogo forense Juan Manuel Guijo, y con la toma de muestras de ADN, para cotejarlas con las de los descendientes, con el fin de intentar identificar la identidad de los fusilados.
La entidad organizadora de estas excavaciones arquológicas anuncia que en próximas fechas tramitará ante la autoridad judicial una denuncia por la aparición de estos cuerpos con signos de violencia, y prevé que, una vez que sean desenterrados los esqueletos y se realicen los estudios científicos correspondientes, se proceda al entierro digno de estas víctimas en el antiguo cementerio de La Sauceda, una vez que se acomentan los trabajos de restauración de este recinto, cuyo proyecto ya está aprobado, y se cuenten con los permisos necesarios.
Por otra parte, los responsables de la exhumación de estas fosas comunes se reunieron en la propia finca del Marrufo el pasado viernes 6 de julio con el director general de Memoria Democrática de la Consejería de Administración Local y Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía, Luis Gabriel Naranjo Cordobés, para explicarle las características y objetivos de este proyecto en curso. Según la impresión obtenida por el presidente de la citada asociación de familiares, Naranjo puso de manifiesto su complacencia con el desarrollo y finalidad de esta actuación».
«Está previsto que estas actuaciones arqueológicas se prolonguen durante todo el verano, dado el elevado número de restos humanos que se supone que fueron enterrados en este cortijo, que fue ocupado a comienzos de noviembre de 1936 por cuatro columnas sublevadas en una acción combinada. Previamente, la Sauceda y el Marrufo se habían convertido en el último lugar de resistencia republicana, como refugio de cientos de familias residentes y de otras muchas procedentes de distintos pueblos de los alrededores (Jimena, Cortes, Algar, Alcalá de los Gazules, San José del Valle, Ubrique), que huían del avance de las tropas rebeldes. Tras ser tomado, el Marrufo se convirtió en un acuertelamiento al mando del jefe de la Guardia Civil de Ubrique, José Robles, que hizo de esta finca un centro de detención, tortura y fusilamientos. La combinación de testimonios orales de descendientes de las víctimas y de investigaciones de archivos indican que en este lugar pudieron ser fusiladas sin formación de causa entre 300 y 600 personas entre principios de noviembre de 1936 y finales de febrero de 1937.
El proyecto de exhumación de las fosas del Marrufo está coordinado en su conjunto por Andrés Rebolledo Barreno, con Fran Gómez como adjunto, y el equipo técnico lo forman Jesús Román Román, coordinador de las actuaciones arqueológicas; Juan Manuel Guijo, responsable del estudio antropológico forense; Manuel Castro Rodríguez, responsable de los trabajos topográficos; y Fernando Sígler Silvera, coordinador de las investigaciones históricas».